El romanticismo pretendió que los druidas eran los portadores de las primeras religiones nacionales frente a la religión supra-nacional romana, y que por eso la religión druídica (término más preciso que el de "religión celta") fue perseguida y su sacerdotes exterminados. Pero la religión druídica es en realidad una síntesis de creencias religiosas, con pretensiones a la vez nacionalistas y pan-europeas (e incluso pan-indoeuropeas), efectuada desde el mismo romanticismo, y que ignoraba ya no sólo las divergencias culturales de las creencias sintetizadas, sino las temporales. La idea que subyacía era la de crear una nueva mitología, a la vez popular, nacional, y continental. En realidad, existieron una serie de religiones druídicas, y no una única religión druídica: las diferencias en los enterramientos de una zona a otra imposibilitaban hablar de una única religión organizada. Aparte el hecho de que el imperialismo romano no realizó una persecución sistemática de la religión druídica: sólo se atacaron a los druidas y los centros religiosos de los pueblos enemigos, que serían sacerdotes y centros religiosos locales al no existir una única religión druídica; en lugar de proscribirse una entera religión, se prohibieron ciertas prácticas asociadas a ciertas religiones druídicas, como los sacrificios humanos; en fin, se habría llegado a realizar una verdadera síntesis entre las religiones druídicas y la religión romana. Esta síntesis habría facilitado el triunfo de una religión oriental sincrética, que compartía elementos con el sincretismo druídico-romano (el hijo de un dios y de una mortal, por sus virtudes excepcionales y su naturaleza divina o semidivina, es el instrumento de la justicia de los dioses contra el Mal en la Tierra, una idea, por cierto, ajena al carácter político y del todo humano del Mesías en el judaísmo), y cuyo principal divulgador (un judío romanizado) la redefinió como religión universal que debía extenderse empleando los conceptos locales: el cristianismo.
[Bibliografía: Miranda J. GREEN, Exploring the world of the Druids, Londres y Nueva York, 1997; Stuart PIGGOTT, The Druids, Londres y Nueva York, 1985 (ninguno de estos autores puede considerarse como revisionista)].
[Bibliografía: Miranda J. GREEN, Exploring the world of the Druids, Londres y Nueva York, 1997; Stuart PIGGOTT, The Druids, Londres y Nueva York, 1985 (ninguno de estos autores puede considerarse como revisionista)].